La meditación es una práctica espiritual de Asia que se está volviendo cada vez más occidentalizada. Independientemente de su dimensión religiosa, seduce a muchas personas con sus supuestos beneficios para la salud en su conjunto. ¿Qué deberíamos pensar al respecto? ¿Tiene la meditación el poder de sanar?
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¿Cuáles son los efectos de la meditación en el cuerpo?
Antes de saber si la meditación puede curar enfermedades, es necesario considerar la influencia que puede tener en el cuerpo.
Según varios estudios1-4, el cerebro tiene una cierta plasticidad, es decir, puede ser entrenado como un músculo. Al enfatizar la habilidad de concentrarse, de observar nuestro propio ser interior, es decir, nuestros pensamientos y emociones, la meditación es parte de estos entrenamientos mentales.
Practicarlo aumentaría la concentración de materia gris en varias áreas del cerebro, como el hipocampo izquierdo o el cerebelo. Además, las personas con una larga experiencia en meditación tienen una corteza cerebral más gruesa que las personas comparables que no practican la meditación. Esta diferencia es aún más pronunciada en los ancianos, cuya corteza se afina gradualmente con la edad.
Por lo tanto, se ha demostrado científicamente que una actividad puramente espiritual puede tener cierto poder sobre el cuerpo y, en particular, sobre el cerebro. Pero, ¿qué implican estos cambios cerebrales para el funcionamiento del cuerpo y para el tratamiento de las enfermedades en general?
La meditación como complemento a los tratamientos convencionales
Hoy en día, varios centros de salud públicos y privados -la mayoría de los cuales se encuentran en los Estados Unidos- están incorporando la meditación en sus programas terapéuticos1. La técnica de meditación propuesta es generalmente la Reducción del Estrés Basada en la Atención al Cliente (MBSR), es decir, la reducción del estrés basada en la meditación de la atención al cliente. Esta técnica fue introducida por el psicólogo estadounidense Jon Kabat-Zinn2.
Esta técnica de meditación anima a acoger y observar los momentos de estrés diario sin juzgarlos. La reacción habitual es querer evitar las emociones negativas absorbiéndose en una actividad o pensando en otra cosa, pero esto tendería a empeorarlas. Practicar la MBSR diariamente estimularía las partes del cerebro que juegan un papel en el proceso de la memoria, la regulación de las emociones o la capacidad de retroceder, para que los pacientes puedan disfrutar de la vida, independientemente de las circunstancias3.
La meditación como tratamiento por derecho propio
En general, la meditación estimularía la actividad de la corteza prefrontal izquierda, la parte del cerebro que es responsable de sentimientos positivos como la empatía, la autoestima o la felicidad, mientras que reduce sentimientos negativos como el estrés, la ira o la ansiedad. Además, reduciría las sensaciones dolorosas gracias a su acción sobre la corteza cingular anterior, la insula y el tálamo.
Por ejemplo, los practicantes experimentados de la meditación Zen han desarrollado una mayor resistencia al dolor2. Esto implica que nada impide a un enfermo practicar la meditación de forma independiente y autónoma, pero requiere un alto nivel de regularidad, un alto nivel de motivación y, sobre todo, tiempo.
Cómo funciona la meditación
De hecho, hay que recordar que la meditación consiste principalmente en acompañar al paciente hacia la aceptación de su enfermedad para apoyarla de la manera más cómoda posible. La reducción de la sensibilidad al dolor o al estrés, por ejemplo, no elimina la causa del dolor o de la enfermedad.
No cura directamente la enfermedad, pero puede infundir otra perspectiva sobre ella, un estado de ánimo que puede promover la curación. Sin embargo, puede ser difícil reemplazar el tratamiento convencional, especialmente porque éste no siempre permite el acceso a la «cura», en el sentido de volver al estado anterior a la enfermedad. Por lo tanto, ambos enfoques son complementarios.