Cuando hablamos de estrés, necesariamente existen los siguientes tres elementos, dispuestos en combinaciones extremadamente variables:

El factor estresante, o su fuente: se produce un estímulo físico, mental, social o emocional al que hay que adaptarse. El estímulo puede ser menor (billete) o significativo (mudanza), positivo (matrimonio) o negativo (conflicto), excepcional (cirugía) o constante (horario sobrecargado), programado (examen) o inesperado (accidente), etc.

Remedios caseros para curar el estrés

También hay que tener en cuenta que el estrés puede ser de naturaleza fisiológica, causado por acontecimientos tales como medicamentos, lesiones o una ola de frío, ya que el cuerpo debe cambiar su química para reaccionar ante él. La falta de estimulación también puede crear estrés. Pero hoy en día, la principal preocupación es el estrés del estilo de vida, y más específicamente el estrés psicológico.

La reacción al estrés

Cuando el cerebro hace sonar la alarma, las reacciones fisiológicas inmediatas, como el aumento de la frecuencia cardíaca, la constricción de los vasos sanguíneos y la descarga de adrenalina, garantizan que el cuerpo pueda reaccionar ante la situación. Si persisten más allá del tiempo necesario para «escapar o noquear» al tigre, estos mecanismos provocan malestar físico y psicológico: síntomas de estrés.

La actitud

La intensidad de la respuesta al estrés depende del mensaje enviado por el cerebro a las glándulas endocrinas y, por lo tanto, de la percepción mental del estímulo en cuestión, ya sea que se considere más o menos peligroso, exigente o restrictivo. Por ejemplo: un retraso de cinco minutos no suele crear estrés, a menos que pienses que vas a perder el tren, o si el cerebro se imagina otro escenario catastrófico, como puede ser el caso si nuestra educación nos ha enseñado a ser muy puntuales. Las actitudes negativas o las expectativas poco realistas también conducen a problemas de estrés.

En resumen, el estrés es una reacción refleja, tanto psicológica como fisiológica, del cuerpo a una situación difícil que requiere adaptación.